lunes, 30 de enero de 2012

DREAM A LITTLE DREAM OF ME (by @cocositama & @guitarcafe )

Me gusta mucho intercambiar relatos, guiones e ideas locas con mis amigos. Últimamente hago esto mucho con Leo, una chica que es increíblemente creativa e imaginativa. Además, es madre, con lo que también cae algún consejo sobre cómo lidiar con los pequeños. En las últimas semanas nos hemos pasado un montón de material, en una especie de subidón cultureta que me está encantando. ¡Soy muy fan!
Con la cara adecuada, ni siquiera esta pegatina resta autoridad

Hace una semana, Leo, que fue actriz y presentadora de TV en su Ecuador natal, me mandó una versión a capela de “Dream a Little dream of me”. Decir que casi me caigo de espaldas es quedarse corto. Qué voz tiene esta chica, dios mío. 

Y entonces me acordé de Henry, uno de mis primeros amigos de Twitter y un guitarrista extraordinario, con un bagaje alucinante (ha tocado en muchos grupos, es profesor de guitarra y más cosas). Él prefiere resumir su biografía diciendo que se colgó la guitarra para ligar algo y, en vista del poco éxito, se decidió a aprender a tocarla.

Este es Henry, después de bajarse música de internet.

Le mandé a Henry la grabación, a ver lo que podía hacer con ella, sin que Leo lo supiera.

Hace algún tiempo estuve a punto de hacer una canción con él. El caso es que conté en Twitter que yo solía cantar a mi hija un narcocorrido que me había inventado: “Pocoyó era un sicario de la droga”. Empezaba así: “Pocoyó era un sicario de la droga, los Lunnis lo mataron cercaaaaaa de Sinalo-a-a-a-a”. Pasaban cosas, típicas de narcocorridos, como que era capaz de aterrizar una planeadora en 50 metros, que tiraba de gatillo a las primeras de cambio, que tenía muy mal beber y que se enamoraba de la hija del jefe del cártel rival y eso le costaba la vida. Todas las tardes se la cantaba a la pequeña, más para divertirme yo que para otra cosa, y hasta la interpretaba con peluches de Pocoyó y Pato…. ¿Qué pasa? Me aburría mucho entonces. A Henry le hacía mucha gracia la cosa y me dijo que él le pondría música. Al final no me atreví a mandarle el narcocorrido, porque me parecía que el pobre es muy buena persona y no se merecía eso.

En fin, volviendo a la historia de la canción de Leo, a los dos días de enviarle a Henry la grabación, me contestó diciendo que simplemente había metido una guitarra, pero a mí me pareció que era pura magia.  Flipé con el resultado, que podéis escuchar aquí. ¿No es lo mejor que habéis oído en mucho tiempo, amigos?

martes, 24 de enero de 2012

VIDA DE UN CANTAOR FLAMENCO


Manué “El enchufaíto” fue un cantaor que marcó época en la historia de la música. El genial artista, fallecido en 1.988 en una discusión sobre quién tenía la prioridad en un cruce de la carretera de Orihuela, es hoy día admirado hasta lo inverosímil; incluso existe una secta que lo considera la reencarnación de Rabidanan Rasmadionasioputri, el Lama de los Calcetines Blancos.

Manué nació en Jerez en 1.939, en el seno de una familia flamenca, los Winderberg de Montijo y Seisdedos de la Mata de toda la vida, en una tangente a la Calle Mayor y en el coseno de la tradición más ortodoxa.

Su padre y sus veintisiete hermanos se dedicaban a este arte con auténtica pasión mientras que él, en su tierna infancia, no se mostraba muy interesado en el cante jondo y siempre ocultó a su familia su verdadera vocación, la ingeniería electrónica de circuitos.

A los dieciocho años con la excusa de formar parte de un tablao flamenco para turistas japoneses marchó a Madrid, donde completó sus estudios superiores. Con el título de ingeniero electrónico escondido en el doble fondo de una maleta de cartón-piedra, regresó a Jerez, cinco años después. Curiosamente, fue dos días antes de regresar a su tierra, la capital gaditana y mundial de la bulería, cuando Manué se aficionó en serio al flamenco.

Hallábase el protagonista de nuestra historia en una exposición de vídeo-artistas en la Galería de Arte Viuda de Gutiérrez Osuna e hijos, cuando descubrió una pequeña pieza, obra de Juan Pérez, seudónimo de Vicent Rosenthansön, que le tocó la fibra sensible. Sobre una bandeja de plexiglás se exhibía una televisión, coronada por una sirena de la policía, que proyectaba la imagen de un taxidermista sin brazos ni piernas haciendo juegos malabares con treinta pelotas de baloncesto, mientras sonaba de fondo “Vals flamenco y olé”, del compositor sueco Isak Nobel.

Quedó tan conmovido por la obra - titulada “El descubrimiento del arte lucrativo-experimental, ¿Cuándo se come aquí?”- que decidió renunciar a ejercer su carrera y emplear todos sus esfuerzos a convertirse en un cantaor como Dios manda. A pesar de abandonar la ingeniería, la influencia de la electrónica en su obra es algo que nadie discute.

Una vez establecido en Jerez y, tras dedicar unos meses a la composición, presenta su primer disco,” Primita mía, que yo te quiero con una intensidad de 380 amperios”, con el que obtuvo un sonoro fracaso. El sector de la crítica denominado purista no veía con buenos ojos esa nueva forma de entender el flamenco.

El año siguiente, después de que cuatro críticos fueran amenazados de muerte y golpeados a traición con molletes de Antequera del día anterior, Manué “El enchufaíto” obtuvo el reconocimiento unánime que merecía.

Su siguiente trabajo, “Soy canastero, acércate al campo magnético de mi amor”, fue récord de ventas en toda España, aunque no hay constancia de nadie escuchara el disco. No obstante, su consagración tuvo lugar en el Festival de Cante de las Minas Antipersonas, donde presentó “Así cantan los gitanos en la ducha”, que se convirtió al instante en un disco de culto. Los aficionados a lo jondo nunca podrán olvidar aquella letrilla que decía:

“Rosa María, no me crees más resistensia, arrímate a mi condensadó que yo te haré bajá tu factó de potensia hasta perdel la rasón.” Ketomatoma.

viernes, 20 de enero de 2012

EL PELUQUERO (THE BARBER)


En mis tiempos de estudiante en Córdoba, hace no mucho, siempre me cortaba el pelo en el mismo sitio. En realidad, la peluquería no era nada del otro jueves, tenía más bien pinta de barbería antigua, pero el peluquero merecía cada visita. Tengo la teoría de que hay que pelarse en un sitio donde se hable de la media veda, las tiradas de zorzales y el fútbol. Cualquier otra opción es una degeneración de las buenas costumbres y una modernez inaceptable.

El caso es que ese peluquero era la quintaesencia del cordobés sieso (que no se me enfade nadie): aburrido, sin gracia alguna y con una sosería que parece ensayada por increíble que era. El tipo se sentía en la obligación de no parar de dar conversación al cliente, al que siempre llamaba por el apellido, no sé muy bien porqué, y al que torturaba con anécdotas que no llegaban a ningún sitio (Ej: “Gonsales, ayé estuve en la playa. Ná, llegamoh, pasamoh er día y p´atrás. Y ahí quedo la cosa”). El remate de “Ahí quedó la cosa” lo repetía constantemente. Ej: “¿Has visto al Madrí? Ganó… Y ahí quedó la cosa.”  Tenía unos nietos aún más sosos que él, de los que siempre estaba contando historias de lo más coñazo.

Yo debía hacer auténticos esfuerzos por no reírme, porque el tipo es de esas personas que son infinitamente graciosas, precisamente por carecer totalmente de sentido del humor. A fuerza de ir cada mes a cortarme el pelo, año tras año, acabé por cogerle cariño y aprendí a imitarle, a juicio de mis amigos también asiduos al local, de una forma muy convincente. Y es que el acento cordobés cerrado es difícil de reproducir sin parecer impostado, sobre todo si no eres de allí.

Aquí podéis escuchar la imitación… No sé si debería traducirlo para los de Despeñaperros para arriba.

lunes, 16 de enero de 2012

ENTREVISTA A QUEQUÉ

Después de las entrevistas a Dani Mateo, Ana Milán, Eva Hache y David Broncano, me faltaba enfrentarme a Quequé para completar el quinteto de lujo del humor español. Quedamos en encontrarnos en una cafetería de un conocido barrio bohemio de Madrid, también frecuentada por otros famosos bohemios como Cuca García de Vinuesa o Agustín Bravo. Quequé, cuyo verdadero nombre me da pereza buscar en Google, se presentó acompañado de un amigo de esos que no sabes si darle la mano o un euro para que no te raye el coche.
Este es Klaus, un videoartista - creador de performances comprometido”, me comentó Quequé. ”Lleva 20 minutos en huelga de hambre porque le han expulsado de la galería de arte donde exponía su obra “Dolor, color, escroto, muerte” por masturbarse subido en un jubilado que se equivocó de sala, pensando que entraba a ver una muestra de acuarelas de motivos navideños… Malditos fascistas”. Cuando le pregunto por qué lo ha traído a la entrevista, Quequé me confiesa que se sentía mal: "Ahí donde le ves, también era directivo de la Sexta, y ahora con la fusión..." Que debía hacer algo por dar a conocer el caso, porque él es ante todo un humorista solidario. "Yo soy ante todo un humorista solidario", fueron sus palabras exactas. "¡Y sensible de cojones!", añadió.

Y es precisamente la impresión que me dio, la de un artista que usa el humor para hacernos reflexionar sobre las injusticias del mundo que nos rodea. Una vez Klaus se hubo despedido, no sin antes arrojar a la cara del camarero una taza de café hirviendo por no ser de comercio justo, comenzamos con la entrevista.

-Quequé, me sorprende esa faceta tuya de artista contestatario. ¿Crees que se puede cambiar el mundo con la sonrisa de un niño, haciendo cosquillas a un anciano o usando hashtags solidarios  como #Un_RT_una_ilusión?  
-Hombre, me sorprende que te sorprenda, conociéndome como me conoces desde el orfanato. Yo es que soy muy de las causas perdidas: soy del Estu, del Atleti, de Salamanca, a veces voto a Izquierda Unida... Aunque también soy realista y en ocasiones me pregunto: "Cuando tú retuiteas algo, el niño con cáncer. ¿cómo lo nota?" Sobre lo que dices de ancianos haciéndole cosquillas a niños a cambio de hash, prefiero no comentar nada. Ese asunto está en manos de mis abogados.

-En alguna ocasión hemos hablado en el blog de la anécdota de la entrevista de Quique San Francisco a Bibi Andersen (Nota: la cosa fue así. En “La Noche de Fuentes”, Quique San Francisco aparentemente se saltó el guión y lo primero que le dijo a Bibi Andersen fue: “Siempre me has parecido una mujer con dos cojones” y ahí acabó la entrevista). ¿Dirías que ese fue el momento televisivo más bizarro que has presenciado? Pepe Colubi contó en Twitter que Los Hermanos Calatrava interpretaron para él, en Canal Sur, una versión de Space Oodity de David Bowie. ¿Podrías compartir alguna anécdota de “tierra trágame” con nosotros?
-Un pequeño matiz: Quique no se saltó el guión. El equipo de guión de La Noche con Fuentes era bastante kamikaze. Imagínate como sería el material que se quedó fuera. Desgraciadamente, a Bibi no le hizo gracia y se marchó. Con dos cojones. Creo que el momentazo de Colubi es insuperable, quizá solo lo supera su otro momentazo con Rocío Jurado. Pero he de decir que yo una vez me vi haciendo un casting para TV con Lucía Lapiedra. Fue un momento complicado, porque yo sólo podía pensar en Pipi.

-Ricky Gervais comentó hace poco que, para él, el límite del humor lo marcan las elecciones personales. Es decir, que está bien reírse de las opciones que uno toma en la vida: política, religión, ideales,… pero no de lo que nos viene (enfermedades, por ejemplo) ¿Estás de acuerdo con esto? ¿No te parece que en Twitter nos pasamos a veces y lo estamos convirtiendo en una red de linchamiento global? Y no digo que Willy Toledo no se lo merezca, cuidao… ¿Quequé?
-Perdona, estaba pensando en Pipi... ¡PIPI! Sí, la reflexión de mi amigo Ricky (nos conocimos haciendo el BUP, allí en Whorthington) muy certera, pero es válida para EEUU y Gran Bretaña. Aquí no se bromea -en público- con ciertas cosas. Quizá por eso me gusta Twitter, porque demuestra que otro tipo de humor es posible, y se hace, y no pasa nada. Unos cuantos unfollows y listo. Y qué decir de Willy Toledo... Políticamente, es un gran actor. Perdona, que tengo que mirar una cosa en el móvil...

En ese momento, Quequé me interrumpe para mirar su muro de Facebook en el móvil. Exclama, entre lágrimas: “Maldita sea, alguien ha vuelto a abandonar una camada de gatos”. Le pido una tila y continuamos con las preguntas cuando consigue reponerse de la impresión.

-Cuando entrevisté a...
-¿Tú no querrás un gato?

-Eh... Soy alérgico. Cuanto entrevisté a...
-Claro. Maldito fascista.

-Cuando lo entrevisté, Broncano me comentó off the record que os planteáis dar un paso más allá en vuestro humor, ser los Pimpinela del cachondeo patrio. Hablaba de dar el salto al hip-hop cómico y hacer un espectáculo musical de dos horas en plan batalla de gallos, donde os dediquéis a poneros a parir el uno al otro, todo improvisado, y con música de Carlos Jean, Violadores del verso y Luis Cobos. ¿Qué puedes avanzarme de este proyecto?
-Si hablamos de Broncano, me gustaría aclarar un dato importante que nos ayude a contextualizar el asunto: es retrasado. Dicho esto, sí es verdad que estamos preparando un espectáculo de rap y comedia. Ya tenemos el título: "Dos raperos muy puteros". Aunque Carlos Jean quiere llamarlo "Plan C". Pero vamos, también es verdad que Broncano todos los días me llama al fijo y me deja mensajes sin sentido completamente borracho, en los que me cuenta que es hijo de Caco Senante. Y me manda WhatsApps, si ser yo nada de eso. Pero en el fundo es culpa mía. Me idolatra.

-Gracias a Twitter me han pasado cosas muy curiosas, como cuando hace un par de semanas contactaron conmigo para que actuara en un bar haciendo un monólogo cachondeístico. Estuve hablando con Raquel Sastre sobre el tema y me aconsejó que no se me ocurriera actuar en público si no lo había ensayado antes mil veces con familiares y amigos, que el público huele el miedo como los dementores. ¿Qué recuerdos tienes de tu primera actuación? ¿Qué puede fallar si uno empieza su actuación imitando a Chiquito o José María Carrascal? 
-En primer lugar, gracias por hacerme buscar "Dementores" en la Wikipedia del móvil y hacer que me sienta muy mayor. En segundo lugar, yo no me fiaría mucho de Raquel: está en busca y captura por un asunto muy feo relacionado con la Gürtel, por no mencionar que es murciana. Y en tercer lugar, efectivamente, el público es tirando a cabrón. Por eso es importante que no noten que estás nervioso, aunque por dentro estés más tenso que el tanga de Falete. De mi primera actuación, recuerdo los nervios y el acojono, algo que he logrado superar con los años. Ahora sólo me entran ganas de prenderle fuego al teatro y salir corriendo con el sobre.

Y no hubo tiempo para más. Al despedirnos, Quequé la advierte la presencia de un señor elegantemente vestido, con un maletín del que asoman billetes. Parecía que claramente se trataba de un banquero. Educadamente le dirige un discurso crítico sobre las causas de la crisis, Leman Brothers, el rescate griego y la Tasa Tobin. Aquel señor se giró sobre sus pasos y con un cortante “Déjeme tranquilo, yo soy el Cobrador del Frac”, zanjó la discusión.

Me despedí de Quequé con un abrazo y deseándole toda la suerte del mundo. Se la merece. Necesitamos más artistas como él. Comprometidos y con ganas de cambiar el mundo. Y no, no quiero un gatito, pesao...

sábado, 7 de enero de 2012

FILIPO Y ALEJANDRO



I.
El rey Filipo pasó revista a sus tropas y comprobó, para su satisfacción, que el ejército macedonio era una máquina de guerra perfectamente engrasada.

La disposición de la infantería en la formación de falange tebana, aprendida durante su exilio en Tebas, se había mostrado muy eficaz en las batallas contra los tracios y los ilirios y a la hora de ir a comprar el pan, ya que se economizaba espacio en la cola de la panadería.

La organización del cuerpo de combate no era demasiado compleja. Por un lado estaban los pezhetairoi (soldados a pie), los hetairoi (soldados a caballo), los hipaspistai (portadores de escudos) y los herniatairoi (portadores de hernias inguinales). También había que contar con las impresionantes catapultas, que lanzaban gigantescas piedras, proyectiles de fuego y berenjenas caducadas (que causaban un gran número de bajas por indigestión).

Tras varias maniobras de entrenamiento, Filipo despidió a sus tropas y encaminó sus pasos hacia el castillo de Pella. Hacía varios meses que el rey se había convertido en un hombre triste y solitario. La vida le había golpeado duramente y se había encerrado en sí mismo. Su mayor desgracia fue quedarse viudo hasta en tres ocasiones y siempre de la misma mujer. La pena lo consumía, sólo encontraba consuelo en su hijo Alejandro, que alegraba un poco sus días.

Su actual esposa, Olimpia, era una mujer avariciosa, cruel y despiadada, capaz de cualquier cosa por satisfacer sus intereses. ¿Por qué no se separaba de ella? El motivo más probable era que el rey Filipo quería demasiado a la mitad de su dinero.

Los súbditos del rey lo tenían por un hombre recto y bondadoso. De su gran humanidad y sentido de la piedad da fe el historiador Arriano al referir una anécdota muy ilustrativa.  En cierta ocasión el ejército capturó a dos espías persas que trataban de conseguir la receta del pollo a la Macedonia.

Las leyes eran muy estrictas con respecto a los espías enemigos, que deberían morir despellejados, tirando de algún padrastro de un dedo cualquiera de la mano derecha. Filipo, haciendo gala de su gran compasión, permitió que les vendaran los ojos antes de que se cumpliera la sentencia, a pesar de que la ley lo desaconseja explícitamente.

Camino al castillo, el rey sólo pensaba en su joven heredero, Alejandro, que ya contaba con trece años de edad, y en cómo proporcionarle la mejor educación humanística y militar para que llegara a ser un digno jefe de su pueblo y se preguntaba qué estaría haciendo el pequeño en ese momento.

II.

El sudor perlaba la frente del joven príncipe, que galopaba de vuelta a casa. El esfuerzo realizado en la jornada de caza había resultado agotador. No fue fácil abatir a aquel inmenso animal. Fueron necesarios quince fornidos macedonios, siete esclavos ilotas y ocho horas de intensa lucha para acabar con él. Todos convinieron en afirmar que nunca habían visto una perdiz de semejante tamaño.

Desde el castillo de Pella se observaba una columna de polvo en el horizonte, señal inequívoca de que Alejandro y sus amigos regresaban al hogar. Eso, o es que hacía mucho viento.

Filipo salió a recibir a su hijo con los brazos abiertos. Cada día estaba más orgulloso del pequeño. Se dirigió a él de la siguiente manera:

-Hijo mío, observo con satisfacción como, con paso firme, te estás convirtiendo en lo que yo siempre esperé de ti. Algún día serás un excelente rey.

-Gracias, papi… Esto… me gustaría preguntarte algo. Verás, dentro de dos días toca Eumenes de Esparta en la taberna de Empédocles, y ya sabes cómo me gustan los conciertos de cítara. Déjame ir. Porfa, porfa, porfaaaaaaa…Soy un gran fan de Eumenes, no es ningún secreto.

-¿Un fan? ¿Pero eso que es? ¿Es que estás tonto?

-El padre de Ptolomeo, Lagos, le deja ir. Si es que van todos: Seleuco, Leonato, Hefastión…

-¿Y quién os lleva?

- Nos vamos en la carreta de Pérdicas, que hace dos meses que se sacó el B-1.

-Alejandrito, hijo, es que me da miedo que os vaya a pasar algo. La frontera con Iliria está a dos pasos y ya sabes cómo se las gastan. Tienen muy mala leche y les gusta saquear más que a un tonto un punzón de escritura cuneiforme.

-No te preocupes, que tendremos cuidado… ¿Me dejas o no?

-Haz lo que te dé la gana.

El pequeño Alejandro sabía que lo que Filipo quería realmente decir era “vete si te atreves”. Hay ciertas cosas que no cambian a lo largo de la historia.

lunes, 2 de enero de 2012

DAO TE-TZU



Un halo de misterio rodea la vida de Dao Te-Tzu, el pensador chino que vivió en el siglo VI a.c. Poseemos un amplio conocimiento acerca de su peculiar modo de entender el mundo y su filosofía, que plasmó en dos extensos libros “Meditaciones desde el fondo de mi corazón” y “Aquí llegan las vicetiples”. Sin embargo, de su vida personal lo desconocemos casi todo. Sabemos únicamente que era aficionado a dar largos paseos acompañado de sus discípulos ,a los que instruía con dedicación, que era muy bajito y que su mujer, la señora Te-Tzu, tenía por costumbre no cortarse nunca las uñas de los pies, lo que le costó la vida a su marido. El maestro Dao falleció una noche de verano, en el Año del Dragón, cuando su esposa, dormida, se giró en la cama, seccionándole la femoral con la uña del dedo gordo del pie izquierdo. Sus últimas fueron: “Donde hay pelo, hay vida”.

Pasemos ahora a analizar su filosofía. Dao Te-Tzu, en su juventud, fue el alumno aventajado de Lao-Tse, que sostenía que, para encontrar la paz interior, había que comprender el Tao. ¿Cómo se llegaba al Tao, a entender la oposición de contrarios y el fluir de la vida? El primer paso, ineludible, era comprar el “Tao Te King”, libro del que Lao-Tse poseía los derechos de autor, que sacaba por fascículos y con el que estaba amasando una inmensa fortuna.

De estos acontecimientos obtuvo Te- Tzu una importante lección, que plasmó en un escrito, milagrosamente conservado hasta nuestros días: “Si quieres forrarte, escribe un libro de filosofía que nadie comprenda o funda tu propia religión”.

Tras años de estudios y de retiro espiritual, el maestro Dao creó su propia escuela, de inspiración budista-taoista, “ Los hijos de Buda madre”. Poco tiempo después, traba amistad con Sun-Bun, autor de “El arte de la guerra II” e influenciado por él decide cambiar algunos aspectos de su filosofía. Se inicia así el culto a la sí-violencia y la búsqueda de la crispación interior para llegar al Tao.

Posteriormente, ya en el ocaso de su vida, se decanta por un último giro filosófico. El “conformismo vital”, que así fue bautizado, inundaba sus últimos escritos.

Máximas de Dao Te-Tzu:

“¿Por qué destacar cuando siendo un mediocre se vive muy bien y nadie te exige responsabilidades?”
“Si alguien pide un voluntario, mira disimuladamente el reloj de arena y hazte el huno”.
“Soporta las recriminaciones de tus superiores con paciencia y humildad. Piensa que en algún momento se quedarán dormidos y ...”
“En el campo de batalla, hazte el muerto. Después serás recibido como un héroe”.
“No huyas ante el enemigo. Huye por su espalda”.

Toda su filosofía se resume en una sentencia, que no paraba de repetir a sus discípulos:
“No aceptéis ningún consejo. Ni siquiera este”.