Tengo que admitir que me lo paso
como los indios indagando en viejos documentos familiares. Sobre todo disfruto
leyendo cartas de mis antepasados que, además de servir para conocer a mis
ancestros, cuya memoria se perderá en el tiempo como la nuestra, son una fuente
interesantísima para tomarle el pulso a la época histórica en que fueron
escritas.
Una de mis cartas preferidas, es
ésta que os transcribo a continuación y que data de 1.864. Creo que no hace
falta que os explique nada sobre quien la escribe y la destinataria. Habla por
sí misma. Allá va:
“Hijita querida de mis entrañas:
Como yo no pienso más que en vosotros y en vuestro bien espiritual y
temporal, y como desgraciadamente hay tanta corrupción en las costumbres, no
sosiego ni de día ni de noche pensando si alguno, aprovechándose de mi
ausencia, y aparentando un fin honesto, tratara de tender algún lazo a tu
virtud.
Yo, en evitar las penas, pido continuamente a Dios sus auxilios por la
intercesión de su (ilegible).
No admitas visita alguna de hombres sean de la clase que fuera y tenga
el estado que tuviere como no esté delante tu hermano ni recibas esquela
ninguna ni te presentes a la ventana ni en ninguna parte.
Si fuera algún joven de clase, virtuoso, con algunas proposiciones y de
tu gusto, sin presentarte a él, se lo dices a tu hermano y éste, verbalmente o
con una esquelita sin firma a tu nombre le contestará que, en yendo yo a casa y
con (ilegible) se dispondrá o contrastará la conveniencia y nada más.
Si no tuviera estas circunstancias José, en los mismos términos, a nombre
tuyo, lo despide con urbanidad, dándole las gracias, pero quitándole toda
esperanza.
No te fíes jamás y en esto ni te valgas de mozas ni de nadie. Hija mía,
toda precaución es poca.
Ni amigas ni nadie se toman por ti ni por tu bien el interés de tu
padre. Por las mozas y las amigas se han perdido muchas jóvenes.
¡Ay, hija de mi alma, me estremezco de considerar cómo está este mundo!
Te quiere tu padre,
L.”
Ahora a ver quién me dice que hoy
día no hay quien se coma una rosca. Ah, los viejos tiempos… Ya entonces decían
nuestros mayores que el mundo se estaba yendo al garete. Todo se repite, el
tiempo es circular como diría Rust en True Detective.
Como curiosidad, os comento que
usé esta carta como material para uno de mis relatos humorísticos de “El caso
Wittelberg”. Lo podéis leer aquí.